Indicaciones:
1. Una frase para el recuerdo.
2. Habla un sabio: Juan Pablo II
3. Lectura del "Decálogo para el diálogo"
3. Lectura del "Decálogo para el diálogo"
4. Videoaudición: Diálogo, Eros Ramazzotti
5. Breve oración en común.
5. Breve oración en común.
1. Una frase para el recuerdo.
"Una buena conversación debe agotar el tema, no a sus interlocutores"
(Sir Winston Churchill)
2. Habla un sabio. Juan Pablo II.
"El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad"
3. Decálogo para el diálogo
- El ser humano goza de manera individual de una riqueza que le es propia y que puede comunicar a los demás. Ni en la naturaleza encontraremos dos seres que se repitan, ni dos personas que piensen exactamente igual. La diversidad de opiniones es importante para el diálogo. No podemos esperar que todos piensen como nosotros.
- La finalidad por la que se nos ha concedido la palabra es revelar nuestra verdad y no ocultarla. No se puede emplear la palabra para ocultar segundas intenciones. Hay quienes padecen de «verborragia», es decir, hablan y hablan como si temieran quedarse sin razones; sus palabras son cortinas de humo que impiden escuchar otras verdades. La sinceridad es el alma de todo diálogo. Ser sincero no consiste en decir lo que pensamos.
- Dialogar es hablar, y saber escuchar. Si la naturaleza nos ha dotado de dos oídos y una sola lengua, es para que entendamos que nos corresponde escuchar el doble de lo que tenemos que hablar. En la familia no hacen falta muchas palabras «más vale corazón sin palabras que palabras sin corazón».
- No hay peor sordo que el que no quiere oír. Si adoptamos actitudes defensivas frente a la opinión de los demás: si, movidos por los prejuicios, cerramos nuestros oídos a lo que otros dicen con la mejor intención, convertimos el diálogo, en un diálogo de sordos.
- La verdad no es sólo de una persona. Al diálogo todos y todas pueden aportar, porque «nadie hay tan listo que lo sepa todo, ni tan torpe que no sepa nada». Entre todos podemos encontrar, no toda la verdad, pero sí un poquito más de verdad.
- Todos tenemos derecho a equivocarnos, es humano. Condenar el error equivale a condenar al que se equivoca. Reconocer nuestros propios yerros ante los hijos o la pareja, lejos de hacernos perder estima ante ellos, produce sentimientos de comprensión y aceptación.
- El diálogo supone una actitud de aceptación de nuestros interlocutores, sin reserva ni condiciones. Nuestra memoria se convierte muchas veces en cuadros en los que tenemos clasificados y etiquetados a los demás. A veces los seguimos juzgando por acontecimientos ocurridos hace mucho tiempo. No admitimos que pudieran cambiar. Negamos la capacidad que tiene toda persona para reestructurar su propia vida.
- La rectitud de intención con que afrontamos el diálogo se pone de manifiesto en la capacidad que tenemos para ceder. Ceder no significa una derrota, sino el triunfo sobre nuestro conformismo; aceptar que, desde el momento en que aprendemos algo nuevo, ya no podemos seguir siendo los mismos, puesto que nuestro ser se ha enriquecido con la riqueza del otro. Dialogar es querer aprender, y aprender consiste en aceptar el cambio de nuestra conducta motivado por nuestra experiencia o por la ajena.
- Dialogar no es invadir con nuestras preguntas imprudentes la intimidad del otro, «no a todos les gusta oír lo que a ti te gusta decir». El que emplea sus palabras para molestar o agredir a los demás destruye toda posibilidad de comunicación. El violento no es comunicativo. La virtud del diálogo es la tolerancia, que consiste fundamentalmente en el respeto del otro, de sus valores, aunque no coincidan con los nuestros.
- Vivimos esclavos del tiempo, bajo la tiranía del reloj. Ello nos vuelve impacientes y deseosos de concluir lo más rápidamente posible nuestras comunicaciones. No podemos decirlo todo, por eso nuestros diálogos han de ser necesariamente incompletos. Nadie tiene la última palabra. Es importante quitar las prisas, que impiden la comunicación. Si dices no tener tiempo para hablar con los que aprecias, razón de más para que lo busques.
4. Videoaudición: diálogo, Eros Ramazzotti.
5. Breve oración en común.
Jesús de Nazaret,
con tus palabras y tus actos
defendiste de la dignidad de todas las personas.
Enséñanos a escuchar,
a valorar la diferencia
a aprender de todos y valorar sus aportaciones,
enséñanos el valor de conpartir. Amén
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